articulos de calabaza
¿Quién fue el Monje Malawi?
Cuenta la leyenda que sir. Edward J. Nothingwood era el hijo de un funcionario inglés de mediana categoría que prestaba sus servicios a la corona en la federación de Rodhesia y Nysaland. Distraído de las actividades de su padre, el joven fue tomando contacto con los nativos del lugar, y palpando sus penurias y humillaciones. Cuando Hastings Kamuzu Banda cae preso en el 59 por su lucha independentista, Edward se une al partido que aquél habia fundado (MCP) y participa ardientemente hasa que el 6 de julio del 64 se logra la independencia y nace la república de Malawi.
Una vez en el poder, H.K.Banda vira hacia una dictadura feroz, que encarcela tanto a enemigos como a varios que habían sido compañeros de lucha, al tiempo que amasa una increíble fortuna. Edward también es perseguido y se enrola clandestinamente en la Liga Socialista de Malawi, hasta que debe huir del pais, usando un disfraz de monje franciscano, que ya nunca abandonaria. Subido al primer barco que pudo, termina de un modo casual en la Argentina, donde sobrevivió con la talla de la calabaza, con una extraña técnica que desarrolló y gubias de fabricación casera, además de la ayuda de las personas de buen corazón que lo conocieron. Se dice que además artesano, era un formidable jugador de fútbol, que hasta logró que se le condone una deuda a nativos pobre, gracias a la práctica de este deporte. Aunque a mediados de los 70 se le perdió todo rastro, hay quienes afirman que luego de participar en grupos revolucionarios en Tucumán y en Bolivia, se internó en el Amazonas y ya nada se supo, dejando al hombre y dando lugar a la leyenda
el partido de fútbol
Cuentan que en los primeros años de su estadía en Malawi, el Monje supo conocer a unos nativos cuyas pequeñas tierras estaban a punto de quedar en manos de un funcionario inglés a quien le debían dinero. Entonces se le ocurrió apostarle a éste la deuda en un partido de fútbol, que el funcionario no rechazó, en parte por su gusto por este deporte, en parte por estar seguro de su victoria. Si ganaban los del Monje, la deuda quedaba paga, de lo contrario, ascendía al doble.
Pidió un mes de plazo y se dedicó a entrenar lo mejor que pudo a 10 nativos para quienes este juego resultaba extraño. En tanto el funcionario armó enseguida un equipo de 11 ingleses habituados y gustosos de la práctica del fútbol.
Según la leyenda, al desparejo encuentro, pactado en cantidad de goles, la extraordinaria garra y habilidad del Monje lo fué emparejando, hasta lograr tras una finta endiablada y un tiro cruzado junto al palo un agónico 12 a 11, que salvó las tierras de los nativos y dejó admirados y menos ricos, a los ingleses.